Dieta y estilo de vida, y no tanto los genes, responsables de los infartos

infartoLos genes están implicados en la aparición de muchas enfermedades, pero en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y, por tanto, de fallecer prematuramente a consecuencia de un infarto o un ictus, cada vez parece más claro que estarían más implicados el estilo de vida y la dieta. Y es que la dieta y el estilo de vida occidental no son precisamente “cardiosaludables”.

Esta conclusión se deriva de un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Nuevo México en Albuquerque (EEUU), centrado en los chimanes, pueblo indígena de la Amazonia boliviana. En esta investigación constataron que tienen los menores niveles de envejecimiento vascular observados en cualquier población, hasta el punto de que su incidencia de aterosclerosis es cinco veces menor que la de los estadounidenses.

Lo que caracteriza a estos pueblos indígenas es que no consumen comida rápida, no se desplazan en coche, no son sedentarios y no fuman, y todo esto contribuye a que tengan probabilidad ínfima de padecer una patología cardiovascular. Por tanto, parece claro que para reducir nuestro riesgo cardiovascular la solución pasaría por una vida menos occidental y adoptar, en cambio, una dieta y un estilo de vida con más elementos de estos pueblos.

Dieta y ejercicio

Los chimanes permanecen físicamente activos durante el 90% de las horas del día –frente a solo un 46% en el caso de los estadounidenses, mucho más sedentarios–. Esta actividad se explica por su modo de vida que está basado en la caza, la pesca y la ganadería, lo que obliga a los hombres a permanecer activos un promedio de 6 a 7 horas diarias y a las mujeres de 4 a 6 horas.

En cuanto a la dieta, los carbohidratos constituyen 2/3 partes de la misma, y están formaos por cereales como el arroz, el maíz, frutos secos como las nueces, y las frutas. Las proteínas suponen un 14% de la dieta, sobre todo carne de caza y pescado, y muy pocas grasas, de las cuales poquísimas saturadas. El resultado es que la incidencia de infartos es casi nula.

“Los investigadores concluyen que la pérdida de estilos de vida y dietas de subsistencia podría clasificarse como un nuevo factor de riesgo de envejecimiento vascular, y que los componentes de este modo de vida podrían beneficiar a las poblaciones sedentarias actuales”.

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