De hecho, existe un nombre para estas alteraciones: desórdenes del espectro alcohólico fetal (FASD, por sus siglas en inglés). A pesar de ser fácilmente evitable, los FASD –que incluyen un amplio abanico de anomalías físicas, cognitivas y comportamentales que se prolongan durante la vida adulta– siguen siendo la causa de la mayoría de los trastornos del neurodesarrollo, afectando entre un 2 y un 5% de la población de Europa occidental.
Por ello, un grupo de investigadores de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) ha decidido estudiar qué sucede cuando el consumo de alcohol durante el embarazo no se da de forma continuada, sino que sigue un patrón esporádico y de tipo ‘atracón’, como en el caso de los jóvenes cuando hacen botellón. Según sus resultados, un episodio de botellón a la semana durante la gestación es suficiente para causar importantes alteraciones en el comportamiento de la descendencia que se prolongan hasta la edad adulta.
Fuente: JANO