La incontinencia urinaria es la pérdida involuntaria de orina a través de la uretra. Puede ocurrirle a cualquier persona pero suele ser más común a medida que nos hacemos mayores, sobre todo a partir de los 60 años. Además, puede llegar a tener un importante impacto sobre la calidad de vida de quien la padece y constituir un problema a nivel social.
¿En qué consiste?
La pérdida de control de la vejiga puede ir desde un goteo leve hasta una fuga abundante e incontrolable. Normalmente, la mayoría de los problemas de control de la vejiga son debidos al debilitamiento del músculo de la vejiga (el detrusor), que puede provocar “escapes” por un simple estornudo, por reírse o por cualquier actividad que implique un aumento de presión de la zona abdominal, como practicar un deporte. Se trata de la incontinencia del esfuerzo. También existen otros tipos, como la llamada incontinencia por urgencia, que consiste en el deseo intenso y repentino de ir al baño cuando hay poca orina en la vejiga.
Tras el parto…
Es cierto que la mayoría de casos de incontinencia suelen darse en personas mayores. Sin embargo, hay momentos puntuales como el embarazo y el parto (si éste ha sido natural) en los que la musculatura del suelo pélvico queda debilitada y es frecuente que se den pérdidas de orina. De hecho, la incontinencia urinaria afecta a un 30% de mujeres tras dar a luz. Por este motivo, pasadas unas seis semanas tras el parto es importante que la mujer tonifique la musculatura de esta zona.
Ejercicios de Kegel y Pilates
Para fortalecer y rehabilitar la musculatura pélvica existen ejercicios, como los de Kegel, que permiten trabajar la contracción y relajación del músculo del suelo pélvico y que deberían realizarse de forma rutinaria. Si intentamos cortar la micción averiguaremos los músculos que tenemos que trabajar. Una vez reconocidos nos será fácil realizar los ejercicios varias veces al día, en cualquier momento. Intentaremos realizar como mínimo ocho series de 12.
Por su parte, el Pilates es otra disciplina que puede ayudar a aumentar la resistencia del suelo pélvico ya que trabaja los músculos de la zona.
Tratamiento farmacológico
También se puede aplicar tratamiento farmacológico como anticolinérgicos (tolterodina, fesoterodina, solifenacina, oxibutina) pero pueden darse efectos secundarios como sequedad de boca, visión borrosa y estreñimiento.
Como última opción está el tratamiento quirúrgico. Es especialmente útil ya que consigue aumentar la resistencia uretral colocando un cabestrillo por debajo de la uretra. Es una cirugía poco agresiva, vía transvaginal y con una recuperación muy rápida.
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